La piel es un órgano altamente sensible y por ello puede padecer alteraciones frecuentes. Una de las más comunes es el enrojecimiento facial que deriva en diferentes tipos de rosácea.

La rosácea es una dolencia inflamatoria que se manifiesta en el rostro en forma de rojeces en las zonas principales como la nariz, las mejillas o la frente. Los factores que provocan su aparición son múltiples, pero en cualquier caso, la mejor opción es recurrir a un médico especialista.

Factores comunes a todas las rosáceas

Esta enfermedad de la piel tiene diversas causas y variantes, pero el cuadro clínico que siguen la mayoría se caracteriza por unos síntomas muy determinados.

Las rosáceas son crónicas y aparecen en la zona central del rostro. Tienen un característico color rojizo que puede derivar en pápulas inflamadas. Siempre aparece un rubor transitorio que puede extenderse hasta el cuello, durando unos minutos hasta desaparecer. Suelen manifestarse en la nariz, las mejillas, la barbilla y la frente, es decir, el centro de la cara.

Quien padece rosácea puede manifestar sus síntomas en momentos emocionales complejos como depresiones, angustia o incluso en momentos de salud débil como en una gripe o cuando se tienen problemas en la garganta. Además de las características comunes, las rosáceas pueden aparecer por varios motivos y no tienen por qué ser los mismos en todos los casos.

Principales causas de su aparición

Una de las causas más habituales es el estrés, aunque también puede desencadenar en un brote una situación social anómala o de rechazo en el individuo.

También hay ciertos agentes externos que pueden desencadenar uno de estos episodios como cierto tipo de comida, corticoides o agentes tópicos como cremas o alcohol.

El clima influye de la misma manera, ya que las temperaturas extremas, tanto de frío como de calor pueden ser perjudiciales. De la misma manera, realizar algún tipo de actividad física que requiera un esfuerzo grande también es motivo de brote ocasional.

Los motivos, a pesar de ser variados, tienen también un componente en el que los genes son la clave del problema. Debido a esta herencia genética, las personas más afectadas por rosácea son aquellas con pieles blancas y generalmente perjudica a más mujeres que a hombres. Los síntomas se comienzan a desencadenar, cuando se padece esta enfermedad por causas genéticas, a los veinte años. En la etapa de los treinta se trata del momento en el que más manifestaciones de la rosácea se encuentran y la enfermedad tiene una alta prevalencia a los 40.

Además, el origen de la enfermedad también pasan por infecciones cutáneas como el acné. Una vez que la persona sabe que padece rosácea, se pueden detectar los episodios por varios motivos. Una de las infecciones es la provocada por el Demodex folliculorum, un ácaro que puede habitar la piel y que en las personas con rosácea lo hace de forma más habitual.

También cuando se padece esta dolencia los cambios del sistema inmunológico provocan la inflamación de la zona donde están establecidos con la consecuente formación de telangiectasias o arañas vasculares.

Como en muchos casos de enfermedades de la piel, la rosácea se incrementa cuando se expone al sol la piel sin protección.

Tipos de rosácea y características específicas

La rosácea se ha establecido como una enfermedad cutánea que tiene cuatro subtipos y dos variantes de la misma:

La rosácea eritemato-telangiectática que se caracteriza por el rubor frecuente y una coloración que se mantiene en la piel con tono rojizo. En este caso puede presentar inflamación de pequeños vasos sanguíneos y picazón en las pústulas que se forman.

La rosácea papulopustular es la que provoca una coloración roja en el centro de la cara con unos pequeños granitos que la acompañan.

Rosácea fimatosa, que afecta al mentón, a la frente y a la nariz de forma más importante. En este caso se produce un engrosamiento de la piel con unos nódulos que pueden variar su tamaño.

También existe la rosácea ocular que se asocia a una sensación de molestia alrededor de los ojos. El picazón y ardor dan paso al enrojecimiento. Los párpados se irritan y la sequedad es frecuente

Variantes de la rosácea

En cuanto a las variantes que se han encontrado de la rosácea se describen dos:

La primera es la rosácea fulminans que se describe por presentar nódulos, pápulas inflamadas y pústulas en toda la parte afectada del rostro.

Y la rosácea granulomatosa que se determina por la aparición de pústulas en la nariz, las partes perinasales y perionales.

La rosácea, aunque es una enfermedad cutánea bastante común, no supone un riesgo para la salud. Su tratamiento se basa en la prevención y la contención de sus síntomas. Es crucial acudir, si se padecen alguno de los casos expuestos, al dermatólogo para que un experto diagnostique qué problema se padece y si es rosácea de qué tipo es.

Con un adecuado tratamiento, esta enfermedad cutánea se puede controlar con un seguimiento personalizado en cada caso específico.