Hacer una limpieza facial diaria es fundamental para tener el rostro perfecto, prevenir la aparición de los signos de la edad y devolver la luz a las pieles más apagadas. Conseguir una rutina diaria puede resultar un reto complicado, pero sus beneficios te dejarán con la boca abierta.

Cómo llevar a cabo una limpieza facial diaria perfecta

A diario la piel de nuestro rostro se ensucia por muchos motivos. Desde la propia grasa que nuestros poros expulsan, hasta el polvo del ambiente y la contaminación de la ciudad, todos estos elementos nocivos para la superficie de nuestra piel se asientan en nuestra cara con el paso de las horas.

Si no eliminamos esta suciedad estaremos maltratando nuestra piel, marcando más aún las imperfecciones y arrugas, además de apagar el color y la luz que irradia una piel sana. La única solución es optar por una buena limpieza del rostro a diario.

La importancia de la rutina: mañanas y noches

A la hora de diseñar la rutina de limpieza facial perfecta es importante tener en cuenta que hay dos momentos fundamentales en el día: las mañanas y las noches. 

Limpiar bien el rostro por las mañanas tiene muchos beneficios. Por una parte, eliminamos el sudor que hemos podido producir durante las horas de sueño y nos preparamos para ofrecer la mejor cara posible al mundo en el nuevo día. Pero, además, hacer una limpieza con agua fresca te ayuda a reactivar la circulación de la zona y a despertar tus sentidos.

Una piel limpia y despierta absorbe mejor los productos de tratamiento, por lo que tras el lavado es momento de aplicar sérums y cremas para hidratar y nutrir la piel. Si vas a afeitarte o a maquillarte, una piel limpia e hidratada mejorará los resultados notablemente.

El otro aspecto clave de la rutina diaria es el momento antes de acostarnos. Irse a dormir con la cara lavada es muy importante para que la suciedad no se incruste en los poros y provoque la aparición de granos, irritaciones y acné. Eliminar toda la contaminación que hemos acumulado durante el día es fundamental.

Este paso es especialmente importante si nos hemos maquillado. Recuerda que una limpieza superficial con toallitas desmaquillantes o con agua micelar y algodón es del todo insuficiente. Para deshacernos de todos los restos de productos que hemos aplicado en la piel es necesario hacer una limpieza con un jabón o un gel para el rostro y sobre todo, específico para cada tipo de piel.

Escoger el tipo de gel adecuado puede cambiar por completo tu rutina. Procura evitar ingredientes como siliconas y aceites minerales y no olvides usar productos formulados para tu tipo de piel (grasa, mixta, normal o seca).

Limpiezas faciales profundas cada semana

La rutina de limpieza facial perfecta se lleva a cabo con productos suaves dos veces al día y debes dedicar un día -dos como máximo- por semana para hacer una limpieza más exhaustiva. De esta forma evitamos una rutina agresiva, siendo igualmente eficaces.

Dependiendo de las necesidades de nuestra piel escogeremos si necesitamos estas limpiezas más profundas una sola vez a la semana o dos. Para llevarlas a cabo tenemos diversas alternativas, te mostramos algunas:

  • Exfoliantes físicos. Son productos de limpieza con granos de diverso grosor que ayudan a eliminar la piel muerta y a limpiar bien los poros por el roce con la piel. Hay muchos cosméticos así en el mercado, los que están formulados con carbón activo son algunos de los más eficaces que puedes encontrar.
  • Peelings o exfoliantes químicos. Los peelings faciales eliminan la capa más superficial de la piel, llevándose consigo suciedad y piel muerta, gracias a la acción de diversos agentes químicos. Es una forma perfecta para igualar el tono de la piel y controlar la aparición de marcas y acné. Este tipo de tratamientos deben realizarse en centros médico estéticos profesionales, ya que es una buena opción de técnica poco invasiva que mejoran la piel notablemente. El ácido glicólico es uno de los agentes exfoliantes que se recomiendan para empezar a probar con este tipo de limpiezas.
  • Mascarillas. Las mascarillas faciales son otra forma eficaz de eliminar la suciedad de los poros, aunque suelen requerir de cinco a diez minutos para completar su acción sobre la piel. Están formuladas con carbón activo o arcillas que absorben el sebo.
  • Cepillos limpiadores. Por último, también tienes la opción de hacerte con un cepillo limpiador para ayudarte a eliminar la contaminación de tu rostro gracias a sus cerdas. Los cepillos eléctricos tienen un movimiento de rotación que te permitirá hacer limpiezas más profundas. Estos cepillos suelen tener cabezales distintos según tu tipo de piel. Ten en cuenta esto, especialmente, si tienes la piel sensible.

Con cualquiera de estas alternativas es recomendable no excederse y es preferible no realizarlos más de dos días por semana. Además, hidratar y nutrir bien la piel tras la limpieza profunda es un paso que no puedes saltarte, imprescindible como uno de los cuidados de la piel a los 30. Si tienes tiempo, puedes optar por terminar la rutina con una mascarilla hidratante. Y de vez en cuando, es recomendable realizarse una limpieza facial purificante, muchos más exhaustiva y realizada por profesionales.